Conceptos y análisis crítico sobre los problemas políticos, sociales, económicos y culturales, desde una perspectiva multidisciplinaria de las Ciencias Sociales contemporáneas

domingo, 22 de septiembre de 2013

El principio de la triestamentalidad en el gobierno de las universidades

El concepto de triestamentalidad, se refiere a un modo de organización del gobierno universitario, en el que los tres estamentos organizados de la comunidad  universitaria: profesores, estudiantes y funcionarios no académicos, intervienen en el ejercicio de la gestión y gobierno de la universidad.

Se trata de organizar la participación de una comunidad compuesta de tres partes distintas y con distintos intereses, pero compartiendo en común el ejercicio democrático de la gestión y desarrollo de la institución universitaria, precisamente para fortalecerla y elevar su nivel de excelencia académica.
En Chile surge nuevamente la idea de la triestamentalidad en las universidades públicas y privadas, después de 2006 y las manifestaciones de la llamada “revolución pinguina”, como una respuesta a una realidad instalada que proviene desde la época de la dictadura militar.   
Desde 1973 en adelante las universidades fueron gobernadas por autoridades unipersonales (rectores) nombrados o por el gobierno o por los sostenedores, convirtiendo a las instituciones universitarias en feudos estructurados con autoridades omnipotentes, dejando a los académicos, a los alumnos y a los funcionarios no académicos fuera de la toma de decisiones de los asuntos que les conciernen.  
Antes de 1973 y después de la reforma universitaria de 1967 y 1968, en Chile las universidades se gobernaban por un mecanismo triestamental, donde se elegía a los rectores y decanos y se constituía un órgano colegiado de gobierno universitario que era el Consejo Universitario, donde accedían proporcionalmente los representantes de los alumnos, de los académicos y de los trabajadores o funcionarios no académicos.   
Ese fue el caso de la Universidad de Chile, de la Universidad Técnica del Estado, de la Universidad Católica, entre otras.
A partir de 1973 el régimen militar eliminó el sistema triestamental de las universidades, y se volvió al sistema de gobierno universitario unipersonal de antes de 1968.

En muchas de  las grandes universidades públicas y privadas de Europa y Norteamérica la triestamentalidad es un sistema establecido hace varios decenios, aunque en el caso de las universidades europeas (inglesas, francesas, italianas, alemanas, españolas) se crearon gobiernos universitarios triestamentales después de las revueltas estudiantiles de 1968 y 1969, en las que participaron también los académicos.

LOS FUNDAMENTOS DE LA TRIESTAMENTALIDAD

La idea de triestamentalidad parte del principio democrático que la universidad es un espacio abierto y plural donde convergen ideas, conocimientos y saberes que se comparten en un ambito basado en la libertad de enseñanza y en la educación como un derecho social y un bien público irrenunciable e inalienable.

Si la universidad se define básicamente como un espacio académico de libertad, de igualdad y de pluralidad, el ejercicio de su gobierno debe ser democrático, pluralista y basado en la participación organizada de todos quienes forman parte de la comunidad universitaria: los académicos, los estudiantes y los funcionarios no académicos.  En la base del concepto de triestamentalidad están dos nociones: la idea de comunidad universitaria y la idea de corresponsabilidad.
Existe universidad como esfuerzo colectivo por el saber que se busca y el saber que se enseña, en tanto y en cuanto todos los segmentos de la institución se sienten en disposición de construir una comunidad, es decir, de manifestar su capacidad de integrarse en un proyecto universitario común y compartido.  
Del concepto de comunidad emana la noción de corresponsabilidad, en el sentido de que en la medida en que existe un proyecto académico universitario común y compartido por todos los estamentos de la universidad, todos los integrantes de la comunidad universitaria son solidariamente responsables de sus logros y de sus fracasos, de sus avances y de sus lastres, de su convivencia y de sus conflictos, de sus dificultades y de sus proyecciones.
LOS MECANISMOS E INSTITUCIONES DE LA TRIESTAMENTALIDAD

En la realidad, la triestamentalidad supone gobierno universitario colegiado (o colegialidad), aún cuando exista un conjunto de autoridades unipersonales como el Rector o los decanos de facultades.  La colegialidad es el fundamento de la democracia en el gobierno universitario.

Aplicado en la práctica universitaria, este principio supone entonces la elección directa mediante sufragio libre, secreto y unipersonal de las autoridades superiores de la universidad, por el universo de quienes se encuentran dentro de ella y este mecanismo va acompañado con el llamado voto ponderado, ya que de los tres estamentos universitarios, hay dos que tienen un carácter permanente (docentes y funcionarios) y un estamento (los estudiantes) que tiene un carácter transitorio por su breve tiempo de permanencia en la universidad.

Es objeto de discusión en la concepción y la aplicación de la triestamentalidad, por un lado, la proporcionalidad en la que acceden los distintos estamentos a los órganos colegiados de gobierno universitario y el nivel o instancia en que dicha proporcionalidad debe ser aplicada, es decir, ya sea en la ponderación del voto universal para elegir las autoridades universitarias, ya sea en la constitución de los órganos colegiados.

La triestamentalidad supone además  la constitución de  organos colegiados permanentes de gobierno universitario, dotados de suficientes atribuciones y facultades decisorias en materias fundamentales del ejercicio de la autoridad interna, de la administración y del diseño y seguimiento de las políticas y orientaciones de la actividad docente, de investigación y de extensión, tanto a nivel de la casa central o matriz (en la forma de un Senado, Claustro o Consejo Universitario) como de las sedes universitarias territorialmente descentralizadas (Claustros y Consejos de Sede y Consejos de Facultad).

Se trata en suma, de un paso, un primer paso adelante en la democratización de las universidades.

Manuel Luis Rodríguez U. 

La educación de mercado en Chile como reflejo perfecto del mercado

Hablemos de educación privada en Chile, es decir, del sistema de educación pagada con los recursos económicos de las familias y con los recursos fiscales que aporta el Estado.  La definimos como educación de mercado, porque se basa en las premisas ideológicas y funciona conforme a la lógica mercantil del cliente que adquiere un servicio y en el clásico principio de la oferta y la demanda.

La educación ¿es un bien público que interesa a toda el país y que compromete el futuro de la nación, o es un bien de consumo transable en un mercado donde unos llegan como vendedores y otros acceden como compradores?.

¿Porqué hemos visto como país las gigantescas inversiones privadas en establecimientos universitarios privados?  La respuesta podría ser demasiado simple, pero es contundente: porque la educación puede funcionar como un negocio enormemente lucrativo, y es enormemente lucrativo no solo porque el lucro funciona abierta y subrepticiamente, sino porque hay una legislación que  permite la existencia de un mercado de la educación, que el Estado no controla y no fiscaliza.

Y es la existencia de este gigantesco negocio lucrativo de la enseñanza, que impide a los ideólogos  neoliberales del libre mercado en el poder, imaginar siquiera que haya una educación pública gratuita en el país o que el Estado asuma su responsabilidad social en este rubro…porque simplemente…¡se les acabaría el negocio…!

Este es un tópico central en el debate actual en Chile sobre el lucro en la educación superior.
Este ensayo pretende aportar una perspectiva multidisciplinaria sobre los mecanismos del lucro y del mercado educacional, integrando algunas de las categorías de la Ciencia Política, la Economía Política y la Sociología.

Manuel Luis Rodríguez U.

Punta Arenas - Magallanes, primavera de 2013.


LA EDUCACIÓN COMO MERCADO, ES TAN DESIGUAL COMO EL MERCADO DEL QUE FORMA PARTE.

El punto de partida de nuestra reflexión es la idea que el sistema neoliberal de mercado ha logrado sistematizar y construir un sistema mercantil de la educación, un mercado y un negocio lucrativo y rentable.
En palabras de la periodista María Olivia Monckeberg: ”Efectivamente, es un muy buen negocio. Uno de los mejores. Es la paradoja más grande. La norma, en un país supuestamente legalista, como es Chile, la norma dice eso. Incluso es una ley dictada durante la dictadura de Pinochet. Son corporaciones sin fines de lucro, sin embargo esa norma prácticamente nadie la sigue. 
Creo que en esto hay dos grandes tipos de negocio. El negocio propiamente tal, que está interesado en sacar la mayor cantidad de dinero a través de figuras, subterfugios, como la inmobiliaria que arrienda los edificios, el que presta servicios como el aseo, como los proveedores diversos. Por otra parte, hay que considerar que hay una serie de subsidios, que tienen estas universidades por el solo hecho de serlo. 
Arrastran la legislación histórica que beneficiaba a las universidades tradicionales, que desempeñaban un rol público, por lo cual no pagan IVA y otros impuestos. Tienen una serie de beneficios tributarios. Según especialistas, es un negocio que tiene más facilidades tributarias que la construcción. Es un negocio que por dar este servicio, educación, está muy favorecida.” (La Ciudad de las Ideas, 17 junio 2011. (Consultado en: http://ciudadideas.blogspot.com/2011/06/el-negocio-de-las-universidades-en.html)
La hipótesis central de este ensayo postula que la educación de mercado es una forma específica y una dimensión particular del mercado económico en una sociedad basada en la economía social de mercado y en el modelo neoliberal de desarrollo, y que opera sobre la base de la reproducción y ampliación de las desigualdades sociales.
El mercado de la educación está constituido por el conjunto de actores económicos, sociales y culturales (entidades, sociedades, corporaciones, organizaciones y empresas) que ofrecen servicios educacionales, donde un universo de estudiantes y trabajadores o clientes compran ese servicio y donde un grupo de profesionales son contratados como mano de obra especializada para producir académica y pedagógicamente ese servicio y que funciona sobre la base de la retribución lucrativa del negocio por parte de los propietarios del capital, o sea de las empresas que venden el servicio educacional. 
Postulamos además que la educación de mercado es tan desigual como todo mercado, ya que produce y ofrece servicios educacionales de distinta calidad y para distintos públicos o clientelas.  Así, en el conjunto del mercado de la educación, hay universidades, centros de formación técnica e institutos profesionales destinados a segmentos altos del mercado, para los segmentos medios y para los segmentos pobres y menos favorecidos.
De resultas de esta segmentación no-natural del mercado educacional, el Estado, sobre la base de la lógica subsidiaria, distribuye desigualmente sus recursos financieros (en la forma de becas, bonos, subsidios y otros aportes basales), de manera que las empresas educacionales acceden a esos recursos según parámetros de segmentación que desfavorecen a los sectores y segmentos más pobres y menos favorecidos del público-clientela-alumnado.

Dentro de la ideología neoliberal dominante el financiamiento de la educación puede realizarse conforme a dos procedimientos básicos: el financiamiento de la oferta y el financiamiento de la demanda.  En el modelo del financiamiento de la oferta, se supone que es “el Estado el que provee el financiamiento directo del puesto de educación primaria, secundaria o superior” (Hasse, R. et all.: Diccionario de Economía Social de Mercado, KAS, 2004, p. 205).

A su vez, en el modelo del financiamiento de la demanda, “es el alumno o sus padres quienes reciben los recursos financieros que les permiten financiar sus estudios primarios, secundarios o universitarios o su formación y capacitación”. (Hasse, R. et all.: op. cit., 205).

(Continúe leyendo...)

El tsunami de las expectativas incumplidas


Es probable que sociedades en vías de desarrollo como muchas en América Latina y democracias representativas incompletas como la chilena, estén asistiendo al preludio de un nuevo período de incremento de las manifestaciones ciudadanas como resultado de una combinación de temas pendientes y de problemas sociales y políticos no resueltos.

Cuando en 2011 cientos de miles de ciudadanos y de jóvenes salen a las calles en protesta contra un proyecto medioambiental que afectará gravemente a seis o siete regiones del país, cuando los estudiantes universitarios se aprestan a una nueva jornada de movilización y de paro junto a los estudiantes secundarios, quiere decir que se está incubando un coctel de factores socio-políticos con fuertes posibilidades explosivas y expansivas.

No es solamente que Hidroaysén les ha inundado la agenda a los políticos y  a los gobernantes. 

Estamos en presencia de otro tsunami: el tsunami de las expectativas incumplidas y de la rabia contenida.  Los optimistas empedernidos dirán que estamos exagerando y que es solo un arranque de pasion juvenil o una “revolución de las espinillas”; en cambio, los pesimistas eternos dirán que es necesario encerrarse en la fortaleza del Estado, la fuerza pública y las instituciones para defender el Estado de derecho, prohibiendo marchas, haciendo mesas de trabajo que nada resuelven y derramando abundantes gases lacrimógenos.

¡No vaya a ser cosa que con tantos gases lacrimógenos en uso, la actual democracia chilena termine no valiendo ni una lágrima más…!

Porque, ¿nadie ha prestado atención que los mismos jóvenes insatisfechos y desobedientes que salieron a las calles el 2006 con la revolución pinguina, en estos años después del 2010 están volviendo nuevamente a las calles en demanda de la misma educación de calidad y de las mismas oportunidades que aquella revuelta no pudo satisfacer?

Sume usted a una generación completa de más de dos millones de jóvenes twiteros insatisfechos, formados completamente en la reforma educacional, nativos de los lenguajes digitales y las TICs, desconfiados de los partidos y de los políticos, con una conciencia política y ecologista muy aguda, no inscritos en los registros electorales porque el sistema electoral no les sirve ni los atrae, con un sistema politico e institucional envejecido, anquilosado y pegado a una Constitución Política irremediablemente anclada al siglo pasado, y usted tiene en proceso de acumularse algunos de los ingredientes de una impredecible pólvora política y social capaz de arrasar con el orden político, tal como millones de argentinos salieron el 2001 al grito de “que se vayan todos…”, botando a un Presidente -después de haberlo votado- y desbancando a cuanto senador y diputado suelto quedaba por ahi.

¿No fué esta misma combinación -con distintas dosis e intensidades-  la que ha provocado las masivas revueltas ciudadanas en Argel, en Marruecos, en Egipto, en Libia, en Siria, en España…?

¿Qué lugar hay hoy en el sistema político chileno, en esta democracia aparentemente light, para el millón de chilenos que viven en el exterior, o para esos más de 4 millones de jóvenes estudiantes y trabajadores y cesantes?
 
Manuel Luis Rodríguez U.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Introducción al ultra-capitalismo: orígenes y fundamentos del neoliberalismo en Chile [1]

PREFACIO.

Este ensayo tiene por objeto de estudio describir y analizar las condiciones, contexto y características del "modelo neoliberal" en Chile.   El enfoque conceptual y metodológico de este ensayo es entonces, crítico y estructural, desde una perspectiva multidisciplinaria.

Nos planteamos aquí examinar, discutir y poner en tensión las principales bases conceptuales en que se afirma y se autolegitima el sistema neoliberal, tanto en su dimensión estrictamente económica, como en sus aspectos institucionales y políticos.  El proceso de neoliberalización del Estado y la economía en Chile, a 40 años de su instalación, no ha terminado: los ideólogos neoliberales han sido y siguen siendo particularmente prolíficos en encontrar e inventar nuevas actividades públicas o funciones estatales que puedan ser tercerizadas o privatizadas.

Cualquier similitud con los procesos  históricos de instalación del neoliberalismo en el resto de América Latina, es coincidencia. 

En esta primera parte del ensayo, analizamos las características y fundamentos ideológicos del neoliberalismo.

Manuel Luis Rodríguez U.

Punta Arenas - Magallanes, primavera de 2013.

UN "MODELO" QUE YA NO ES MODELO.

Toda una extensa literatura académica y política en nuestro país, alude al sistema neoliberal de mercado y al Estado subsidiario bajo la apelación de un "modelo", en el sentido de un paradigma socio-económico y politico, acompañado de una fundamentación ideológica que le sirve de marco conceptual. 40 años más tarde de su instalación en Chile, vastos movimientos sociales y ciudadanos se han encargado de demostrar -en la calle y en las instituciones- que el modelo ya no es un modelo, deseado y preferido para las nuevas generaciones y para segmentos cada vez más extensos de la ciudadanía.

Cuando la ciudadanía comienza a tomar conciencia de los efectos del modelo, descubre que el lucro desenfrenado, generalizado y abusivo, la rapiña y depredación de los recursos naturales y energéticos, la desigualdad social y estructural, los mercados desregulados, el Estado privatizado por el capital y el despojo sistemático de la riqueza humana y material de la nación y del territorio, tiene una causa basal.

Aunque siga siendo defendido y justificado, ya no hay modelo o, dicho de otra manera, el modelo dejó de ser modelo.

Para el común de los ciudadanos de este país, es probable que no resulte fácil ver dónde está el "modelo neoliberal" de dominación.  La sola expresión "modelo neoliberal" aparece a primera vista como una suerte de entelequia teórica difícil de aprehender, porque a decir verdad, como sucede con numerosas categorías de análisis de las Ciencias Sociales modernas, nunca nadie ha visto el modelo neoliberal, así como nunca nadie ha visto el Estado, o ha podido ver un paradigma social o político, de manera que las personas desde su cotidianeidad, con frecuencia solo pueden entender el neoliberalismo desde la experiencia de sus consecuencias, de sus efectos, de sus resultados.

Aún así, el peor enemigo del sistema neoliberal de mercado, del neoliberalismo como ideología y como estructura de dominación, es la realidad, son los efectos concretos y visibles de su funcionamiento.

Toda la "brillante" teoría económica de los equilibrios, de los mercados como mecanismos naturales y neutrales de asignación de recursos, de la oferta y la demanda perfecta, se derrumba ante los hechos, ante los resultados objetivos de la puesta en práctica del neoliberalismo como sistema.  No le pregunte usted a un trabajador en Chile cómo funciona el modelo neoliberal porque probablemente no podrá explicarlo, pero preguntele cómo van sus cotizaciones obligatorias en una AFP y ahí le dirá cómo funciona el modelo neoliberal.

Es en sus efectos concretos donde se derrumba la perfección del modelo.

Porque ¿cómo podría definirse como un "modelo" único, perfecto y legítimo, el que el Estado (es decir todos los varios millones de contribuyentes del país) tenga que financiar anualmente a un pequeño grupo de empresas privadas que gestionan el sistema de transporte urbano de la región Metropolitana, o el sistema de leyes de excepción que aseguran miles de millones de pesos anuales para las empresas que operan en la región de Magallanes, o el sistema de concesiones de carreteras, o el lucrativo mecanismo de los llamados Contratos Especiales de Operación que dejan en manos privadas (y por mandato constitucional) la explotación del gas natural, el litio y otros recursos naturales...?

¿Cómo podría denominarse un sistema previsional justo y equitativo el sistema privado de empresas denominadas Administradoras de Fondos de Pensiones AFP instalado por los militares en el poder en Chile en los años ochenta, un extraño sistema previsional supuestamente muy beneficioso y rentable, pero al cual las Fuerzas Armadas no están afiliadas, sino que todos los uniformados siguen cotizando en el viejo y denostado sistema previsional estatal, mientras el resto de los ciudadanos están obligados a asociarse en ellas?

El sistema de AFP es el ejemplo más paradigmático de cómo funciona el "modelo".

Opera en los hechos como el núcleo financiero fundamental  de acumulación del sistema neoliberal de mercado en Chile, y como el mecanismo clave de despojo de la riqueza producida por la fuerza de trabajo, para resultar al final de la vida útil del trabajador en pensiones miserables.

Y el modelo ya no es el modelo, porque en definitiva, los mecanismos de instalación del neoliberalismo y el modo de apropiación de los recursos, de la propiedad y del poder resultante de este sistema de dominación, son "intrínsecamente perversos", en cuanto producen y profundizan la desigualdad, destruyen la unidad nacional, favorecen a unos pocos y explican  la formidable riqueza económica, social, material y comunicacional acumulada y concentrada en una minoría adherida al poder.

Por otra parte, ha sido poco destacado en la literatura social y política en el Chile contemporáneo, que el neoliberalismo es, en primer lugar, una ideología.

LA IDEOLOGÍA NEOLIBERAL

Los teóricos del neoliberalismo (que en realidad no están en Chile, donde sólo tenemos algunos burdos copiadores) eluden la palabra "ideología", por la carga negativa y la evocación política que contiene e implica.  

En su orígen conceptual, el neoliberalismo es un ideología económica que explica y fundamenta un modo de acumulación y de concentración de la riqueza y el capital, que a su vez trasciende la esfera económica e impregna todo el orden social y el sistema político y el Estado.  El neoliberalismo es una ideología económica transmutada en ideología política, ya que otorga a la economía (y a los mercados) el rol fundamental, supremo y organizador de la sociedad: es un economicismo extremo, un mercantilismo sin límites aplicado a la esfera social y al campo político de la sociedad.

En la lógica neoliberal, todo es un mercado y todo puede convertirse en un mercado, en una "industria".

Los fundamentos teóricos del neoliberalismo, a partir de Milton Friedman (que se autodenominaba liberal) y que se desarrolló en la Escuela de Economía de la Universidad de Chicago,  en la Heritage Foundation, en el CATO Institute y en el American Entreprise Institute, son esencialmente ideológicos, es decir, obedecen a una concepción social y política estrechamente ligada a una forma de concebir la actividad económica. Otros autores como John Chamberlain, Ludwig von Mises, James W. Buchanan, Geoffrey Brennan o Friedrick Hayek son pensadores económicos actuando también como ideólogos. 

Hay en la literatura neoliberal, una suerte de cruzada ideológica y política, dando a los ideólogos neoliberales un aspecto de "legionarios" del mercado, del lucro y de la propiedad privada, a contrapelo de los cambios que tienen lugar en la sociedad y de la realidad que golpea a las puertas del templo del mercado.   Así como hay legionarios religiosos que actúan como secta y como núcleo propagandista conservador promoviendo un "dios privado", hay también legionarios económicos y políticos que actúan como núcleo propagandista conservador del "dios mercado".

El neoliberalismo es un mercantilismo extremo, llevado hasta sus peores consecuencias.

Ello permite que la "receta neoliberal" se trate de imponer y de perpetuar, autodefiniéndola como la única verdad económica posible, una suerte de fanatismo económico y político alrededor de una suerte de religión mercantil intocable.

Desde las academias y las escuelas de economía, el neoliberalismo ideológico se vende a sí mismo como una verdad final que se separa de la realidad política, como una verdad económica para expertos que se desprende de la política, como si política y economía fueran dos compartimentos separados, autónomos y desconectados en la sociedad.

El resultado de todo el proceso es una notoria tentativa de despolitización de la ciudadanía y una ideologización de la elite en el poder.  Es parte de este entramado ideológico neoliberal, la así llamada "autonomía de los cuerpos intermedios de la sociedad", y la ficción de la autonomía de los dirigentes y movimientos sociales respecto de los partidos políticos, como si los lideres sociales no fueran ciudadanos con opinión o militantes con ideología y como si la intervención de los ciudadanos y de los movimientos sociales en la actividad política fuera una intromisión inceptable, distorsionadora y espurea.   Pero se trata de una despolitización abiertamente desigual, porque los gerentes y empresarios sí pueden hacer política, fijar políticas y participar en la vida política, pero los dirigentes gremiales y sindicales deben renunciar a sus cargos para postular a escaños parlamentarios.

Por eso, importa subrayar que los ideólogos chilenos del neoliberalismo se autodenominen  con frecuencia como "apolíticos" o "independientes", porque en realidad, fueron capaces de instalar un sistema político y económico donde mientras los militares neoliberales torturaban, reprimían y asesinaban ciudadanos, los gerentes neoliberales "hacían la vista gorda" ya que estaban ocupados en acumular empresas, acciones, capitales y ganancias.   En los tiempos de la dictadura, la "división del trabajo político, económico e ideológico" era casi perfecta: los ideólogos civiles neoliberales inventaban negocios, los militares neoliberales reprimían y masacraban y los gerentes neoliberales acumulaban riquezas.
La ideología neoliberal se funda en tres premisas conceptuales: la eliminación de la esfera pública, la desregulación generalizada de las empresas y los mercados y la reducción drástica del gasto público, en beneficio del poder económico privado y privatizado.

Y cada una de estas premisas, tiene y contiene una racionalidad esencialmente ideológica.  La afirmación que "el Estado es ineficiente y que la esfera pública es perjudicial" es una afirmación ideológica, no necesariamente confirmada por la realidad.

La afirmación que "las empresas y los mercados deben funcionar con un mínimo de reglas y de que son más eficientes que el Estado", es una definición ideológica, subjetiva y con demasiada frecuencia desmentida por los hechos.  Y la afirmación que "el gasto público debe reducirse porque la esfera pública produce un gasto ineficiente", es también una afirmación esencialmente ideológica.

El neoliberalismo se nos presenta como una ideología antiestatal, basada originariamente en la experiencia del New Deal estadounidense.   Y como ideología antiestatista, implica una concepción del Estado sobre el cual se pretende superponer el mercado.  "Menos Estado y más mercado", podría ser la formula de este capitalismo extremo, de este ultracapitalismo.

El neoliberalismo es un extraño antiestatismo ideológico, por lo demás, oportunista.  Inspirados en las experiencias del Estado de Bienestar en Europa o en el Estado norteamericano, sugieren recetas antiestatistas que suponen disminuir el rol del Estado en la economía, a condición que...

...a condición que no haya crisis.  

En efecto, las crisis financieras y económicas que produce constantemente el "modelo", son en los hechos el desmentido empírico más brutal a los fundamentos ideológicos anti-estatistas del neoliberalismo.

Porque donde quiera que el neoliberalismo experimente una crisis financiera y económica, como ha ocurrido sucesivamente desde el año 2008 (en EEUU, en Europa Occidental, en América Latina, en Asia...) y entonces los ideólogos antiestatistas del neoliberalismo claman al cielo y reclaman la intervención y la ayuda del Estado para salvar sus empresas, corporaciones y capitales en riesgo de quiebra.

El antiestatismo neoliberal es un oportunismo político e ideológico consistente en la falacia de denigrar y reclamar la reducción del papel del Estado y de los impuestos que financian a la administración en tiempos de bonanza y de grandes ganancias para los empresarios, y de exigir la intervención estatal a la hora que los negocios privados andan mal o van a pérdida.

El Estado les sirve cuando están perdiendo, quebrando y disminuyendo el lucro, pero el Estado no les sirve cuando el lucro aumenta y las ganancias se incrementan, de donde resulta la lógica irracional y depredadora de la privatización de las ganancias y la socialización de las pérdidas.   Como ese ridículo juego de azar con una moneda al aire que dice: "si sale cara, gano yo, y si sale sello, pierdes tu..."

Si los mercados están ganando, en la lógica neoliberal el Estado no debe intervenir para no distorsionar los mercados ni dificultar la "libertad de elegir" de los agentes económicos, pero si las empresas caen en quiebra o incrementan sus pérdidas, producto de su propia ineficiencia, entonces el Estado debe rescatarlas: o sea el Estado queda iremediablemente capturado por el neoliberalismo como proveedor constante de recursos fiscales para las empresas cuando están ganando y lucrando (vía ayudas, rebajas tributarias y subsidios) y también cuando están perdiendo (vía salvataje de deudas, subsidios y compra de carteras vencidas).

En la segunda parte de este ensayo, analizaremos los mecanismos de instalación del modelo neoliberal y sus elementos constitutivos.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Y DOCUMENTALES.

Atria, F., Larrain, G., Benavente, J.M., Couso, J., Joignant, A.: El otro modelo. Del orden neoliberal al regimen de lo público.  Santiago, 2013.  Editorial Debate.

Brennan,  G., Buchanan, J.: El poder fiscal. Madrid, 1987.  Ediciones Folio.

Chamberlain, J.: La raíces del capitalismo.  Madrid, 1996.  Ediciones Folio.

Friedman, M. & Rose: Libertad para elegir. 2 vols. Madrid, 1997. Ediciones Folio.

Hayek, F.: Los fundamentos de la libertad, 2 vols. Madrid, 1997. Ediciones Folio.

Klein, N.: La stratégie du choc. La montée d'un capitalisme du désastre. Paris, 2008. Actes du Sud.

Von Mises, L.: Sobre liberalismo y capitalismo. 2 vols. Madrid, 1996.  Ediciones Folio.